lunes, 5 de noviembre de 2007

MTV: ¿Pelolais o pokemones?

Quiero ser el murmullo de una ciudad, que no sepa quién soy
(Babasónicos)

Los términos pokemones y pelolais derivaron de un gusto netamente estético. Se ha tratado de razonar bastante sobre el asunto, hemos asistido a foros sobre tribus urbanas, buscamos más de alguna explicación deontológica para sus determinaciones sociales, intentamos configurar de dónde han sacado sus vestimentas y aún sus nombres siguen sonando ajenos, distintos y algo artificiales.

Sin embargo, a cualquiera que haya visto los MTV Latinos les debería haber quedado claro quién es quién. Y de dónde vienen. Bastaba ver ese comienzo arrollador de The Cure, con un Robert Smith más gordo e igual de delineado que en 1982, para reconocer el origen de varios estilos que dan vueltas por la Universidad.

Inspirador de una cultura gótica que ha tenido seguidores por décadas y cuyos más modernos fanáticos es posible encontrarse cualquier sábado, en cualquier fiesta Blondie o del Subterráneo, el vocalista de la banda que inmortalizó “Friday, I’m in love” puede tener 46 años y ser huraño, pero ha sido consecuente con su vida. Y hasta con su ropa.

“¿Puedes darle un consejo a los jóvenes que han seguido tu estilo de generación en generación?”, le preguntó Nico Artosi en la alfombra roja, como si la pregunta la hubiese preparado con el Larousse Ilustrado en la mano. “No, sólo he sido yo mismo”, respondió él, locuaz como siempre.

El Premio Influencia a los chicos (¿chicos?) de “Why can’t I be you?” -entregado por Beto Cuevas, un hombre que salió de su ostracismo musical sólo para esto- y un par de temas tocados en vivo dejaron en claro a quién le tienen que rendir pleitesía la mayoría de las bandas que aparecieron por el Palacio de los Deportes de México.

30 Seconds to Mars y Kudai, de hecho, aparecieron en los videos de homenaje a la banda de Smith y parecían fieles exponentes de los emos. Negro riguroso, bototos, algún color kitsch dando vueltas y pelo teñido sirvieron para darse cuenta que hay varios miembros de esa tribu dando vueltas por los pasillos de la Universidad. Quizás no escuchando sus temas, pero sí My Chemical Romance, Panic! At the Disco, Fugazi, Jimmy Eat World o discutiendo alguna película de Tim Burton.

Al otro lado del mundo, Belinda y Hillary Duff fueron las clásicas pelolais. Cabello liso, rubias (y no tanto), bronceadas, dueñas de un garbo inigualable y frutos de MySpace y Fotolog, hicieron saltar a las veinteañeras que sólo querían imitar su estilo y olvidarse del mundo exterior. Regias e inalcanzables, angelicales y cool, fueron el segmento que MTV necesitaba para conectarse con el mundo anglo.

¿Y los pokemones? Estaban ahí. ¿No se dieron cuenta? Pelusearon, se rieron con Daddy Yankee, disfrutaron a concho que Miranda! tributara a Soda Stereo junto a Kudai y Los Concorde (¿alguien se dio cuenta que el baterista era el ex La Ley Mauricio Clavería?), gritaron cuando el reggaeton se adueñó del premio al Artista Urbano y casi no aparecieron en pantalla. Estaban atrás, vociferando por cada estrella que salía a saludarlos y buscando la cámara cuando podían. Fueron los primeros en subirse al escenario para buscar un cariñito de Jared Leto y Avril Lavigne, y los que gritaron a todo pulmón con Alex Lora el premio al Artista del Año para Maná. Los que tenían el pelo cortados por ellos mismos, pantalones caídos o faldas con polainas. Los que los pasaron mejor. Pero, finalmente, los que se mezclaron con todas las otras tribus y compartieron en sana convivencia esas dos horas de rock and roll y un par de canciones inolvidables. Sin Eva Gómez ni paneles de por medio. Gracias a “la cura”.

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